La Propiedad
El paradigma de la propiedad
Desde que el hombre dio sus primeros pasos, inicialmente por un instinto de supervivencia y luego aunado al desarrollo progresivo de su inteligencia y dominio de las especies, se otorgó la propiedad de todo aquello que lo rodeó, necesitó y que pudo defender, poniendo en riesgo incluso hasta su propia vida.
Es así como, desde los inicios de la humanidad hasta nuestros días, observamos al hombre que para satisfacer sus necesidades se enfrenta con el paradigma de la propiedad, pues nadie nace con todo lo suficiente para subsistir y realizarse sin tener la necesidad de acudir a otros para obtener lo que le falta.
Esta necesidad y escases de recursos de cada persona, hizo que a través de la historia se desarrollaran formas de sociedad e intercambio de bienes y servicios, pasando por la creación del trabajo, el dinero y formas más desarrolladas tal como se conciben en el mundo actual.
En el mundo actual, en un sentido estricto, todo tiene un dueño, el territorio, los recursos naturales, los bienes y servicios. Por tanto, si la persona tiene la necesidad de algo que no tiene, deberá negociar en el mercado para adjudicarse la propiedad de lo que necesita, y aquí nos encontramos nuevamente con el panorama actual descrito en el paradigma del dinero: “sin dinero simplemente mueres”.
La seguridad de la vida y el estilo de vida alcanzado no es permanente, por lo que la persona requiere asegurarlos, para lo cual, debe acumular dinero extra, además del que requiere para atender su día a día, el cual le permitirá mantenerse en el mismo estándar de vida en los momentos en que lo necesite, o al menos cubrir sus principales necesidades.
Por tanto, en una de las dimensiones de análisis, el concepto de propiedad se constituye en una forma de dinero como reserva de valor, y a su vez como un seguro de vida, por el cual, la persona garantiza su supervivencia y estilo de vida. Esta situación es válida en el mundo actual, por lo que al no tener garantizada su seguridad, ante la eventualidad de conflicto de intereses, en donde incluso la supervivencia (la vida) llega a estar en juego, deriva en momentos en donde cada persona jala agua para su proprio río.